[road to apocalipsis] venezuela

Cuando su mano, que parecía demasiado pequeña sobre la de Martin, entro en contacto con la de este algo que no esperaba sucedió. Un repentino escalofrío sacudió su mano, subiendo por su brazo como un calor inesperado, todo en una fracción de segundo. Cuando quiso darse cuenta de lo ocurrido, la mano de Martin ya no estaba sobre la suya y la sensación había desaparecido. Abrió mucho los ojos, mirándolo otra vez. ¿Otro mas? ¿Otro dotado, en una sola noche? No estuvo segura si tenía que sentirse eufórica o recelosa.

Cuando escuchó las palabras de David lo miró profundamente, preguntándose si él también... No dudó cuando se desembarazó de Uriel, acortando rápidamente la distancia que la separaba de David sin despegar sus ojos de él ni un segundo. Estiró las manos, deslizándolas con suavidad desde sus pómulos hasta la barbilla.

- Q... ¿Qué? – Sin saber muy bien por qué apretó las manos contra su piel, como queriendo estar segura de lo que sentía. Era un cosquilleo, pero no como siempre, no como el que acababa de sentir con Martin. Este era comparable a rozar algo con las manos, sentirlo, pero sin llegar a poseerlo realmente. - ¿Qué... qué rayos es esto? –

La extraña reacción de Léa no fue realmente la que esperaba. Tenerla tan cerca de mi. No sé que hacer. La miro fijamente a los ojos y siento que todo se desvanece a mi alrededor. Mi corazón ya no late rápidamente, sino que parece haberse detenido. Todo parece haberse detenido a mi alrededor y también dentro de mi. Escucho que Léa dice algo, pero estoy tan perdido en ella misma que no logro escucharla.

-Lé... Léa...- le digo con la voz temblando.

Agacho un poco mi cabeza para mirarla más de cerca, con más detenimiento en la perfección de su rostro. Le acaricio un poco el cabello. Tomo sus manos que aún se encuentran en mi mentón. Me acerco aún más a ella, y luego coloco mis labios sobre los de ella, para robarle así un pequeño beso, que siento en mi que dura mucho más de las fracciones de segundo que dura en realidad...

En un acto reflejo su cabeza se inclinó hacia atrás. Sin proponérselo ni meditarlo se estiró, poniéndose de puntillas y estirando las manos para tirar de David hacia abajo, asiéndolo sin demasiada fuerza por el cabello.

¿Qué era eso? ¿Qué rayos era esa sensación que sentía cosquilleando en sus labios ante el contacto de David? Frustrada, imprimió un poco más de violencia en el movimiento de sus labios, como si eso fuera a darle respuestas...

...un par de segundos después, se apartó bruscamente. Retrocedió un par de pasos hacia atrás, sintiendo como las manos rápidas de Uriel se asían de su cintura. Miró a David con hostilidad.

- ¿Quiénes son ustedes? -

La reacción resulta más extraña todavía, acaso la chica de alguna manera sabría lo del cambio de apariencia. Veo como la mirada hostil de Léa se refleja también en la de Uriel, quien además siente una especie de rabia por lo que acababa de suceder. Martin observa todo detenidamente. Me acerco nuevamente a Léa intentado buscar la manera de calmarla.

-Oye, tranquila... Yo... Quieres saber que soy... soy esto...- le digo sin más y luego me desvanezco en el aire.

El niño mira impresionado mi desaparición. De pronto le doy un golpecito en la espalda a Léa.

-¿Esto es lo que querías saber?...- le digo sonriendo, esperando haberla tranquilizado un poco.

Giró con rapidez hacia David, con el ceño profundamente fruncido y una mirada de confusión. Ella había tomado una habilidad similar en el pasado ¿qué era diferente esta vez? ¿Qué era diferente... en él?

Aunque, tampoco podía negar qué...

- Una habilidad fascinante. – Dijo, con voz desapasionada. – Pero no explica qué... – Dudó. Quizás, de una u otra forma, bloquear a personas como ella era parte de la habilidad de David. - ...no puedo... – su voz fue haciéndose mas baja, como si comenzara a hablar consigo misma. Una habilidad así, que lograba bloquearla a ella misma... ¿Qué mas podría bloquear? Pensó en eso. ¿Quizás tendría algún parecido con la habilidad de Uriel? ¿Y existiría alguna manera de tomarla? - ...tomarla. – Concluyó en un susurro, con la mirada perdida en algún punto tras David.

Sonrío al escuchar la confesión de Léa. Parece que su poder consiste en copiar el de los demás. Lo que no logro entender es porque no puede copiar el mío. Quizás el cambio de apariencia de Martin tiene más efectos de los que esperaba. Puedo notar como Uriel me mira enfurecido, Léa debe ser de él, y nadie podrá evitarlo.

-Oye... Léa... Parece que tienes un poder interesante...- le digo mientras me le acerco nuevamente -Y... realmente no sé por qué no puedes tomar el mío...- le sonrío -Pero haré lo que pueda para quitar esa "barrera"...- le digo tomándola de las manos.

Uriel sigue mirándome con mala cara, por más que entiendo su reacción hay algo en el que no termina de convencerme. Actúa bastante raro, y siento que lo que le sucede trasciende a mi pobre entendimiento. Martin, por su parte, se pregunta si al darle la mano Léa habría copiado su poder.

Bajó la mirada a sus manos enlazadas, para luego mirarlo otra vez. Sonrió con suavidad, procurando ser cálida y controlar sus reacciones, cosa que hasta el momento casi no había hecho. Había revelado mucho más de lo que debía, pero no estaba dispuesta a cometer más errores.

- Entonces iré... mos... – se corrigió rápidamente. - ...contigo y Martín. Sin embargo... – lo miró fijamente, imprimiendo intensidad en esa mirada. Mientras mas cerca pudiese estar de David, mas rápido averiguaría si era o no posible tomar su habilidad. Y ella podía llegar a estar muy cerca de proponérselo. - ... ¿A dónde? -

Percibo su mirada y quedo anonadado. Escucho atentamente lo que dice, e inmediatamente me pongo a pensar. Ni siquiera yo sé a dónde ir.

-Pues... No tengo pensado ir a ningún lado por ahora... Al menos que quieran ir a algún lugar en particular creo que deberíamos buscar un sitio para hospedarnos...- digo y miro a Martin, luego vuelvo a mirar a Léa -¿Tienes algo en mente?...-
-David...- interrumpe Martin -¿No pensabas ir al bar?-
"¿Qué le pasa a este?..." pienso algo desorientado.

No entiendo la reacción de Martin. Es más que obvio que yo había inventado eso, él lo sabe más que nadie. ¿Qué pretendería con eso? Un pretexto para aparentemente alejarme de Léa es patético.

-Ya no Martin, ahora tenemos que ayudar a Léa y a Uriel...- digo mirándolo con algo de desconcierto -Bien... ¿Qué piensas Léa? Quieres ir a algún lugar, sabes bien que podemos ir a allí en menos de un segundo...- le digo sonriendo a la vez que me sonrojo un poco.

Sonrió internamente al ver la reacción de David. No costaría nada.

- Barcelona, España. – Contestó sin vacilación alguna. – Sin embargo... – Lo pensó un momento, dirigiéndole una mirada especulativa a David. - ...quizás sea mejor descansar ahora, ¿no? Por esta noche. - Le sonrió con suavidad.

-Muy bien, tendremos que buscar hospedaje entonces, algún hotel cerca de aquí...- digo pensativo -Vengan, vamos a buscar por aquí cerca...-

Salimos caminando todos de allí, avanzamos algunas cuadras hasta encontrar un hotel. No es ningún lugar lujoso, nada de alta categoría ni nada por el estilo, pero al menos parece un buen lugar para pasar la noche.

-Léa, podrías encargarte de las reservaciones, mientras iré... - dudo por un segundo -... A hacer algunas compras...-

Sin demasiado interés, habló un poco con la recepcionista, que al poco tiempo le entregó tres juegos de llaves. Léa sonrió a la chica y, dándole una última instrucción, los guió a todos a las habitaciones (a excepción de David que aun no regresaba). David y Martin en habitaciones separadas, mientras que Uriel y ella misma en la tercera habitación.

No pasó mucho rato para que Uriel, aburrido con la televisión, cayese dormido. Con una última mirada abandonó la habitación, para dirigirse a la recepción.

Camino lentamente por la calle y me detengo frente a un comercio. Compro un paquete de galletitas, unos chicles, y una botella de cerveza. Pago al dueño del lugar y luego continúo caminando. Llevo las galletitas y los chicles en una bolsa, mientras que voy tomando cerveza de la botella. Tras caminar un rato me detengo en una plaza y me siento en un banco a pensar tranquilamente, mirando la infinidad del cielo, y el espectáculo de las estrellas.

"¿Por qué tuvo que pasarme todo lo que me pasó a mi?..."

La imágenes pasan por mi cabeza. Mis fracasos como héroe. Las muertes que no pude evitar. Mamá, Florencia... Las decepciones que me dieron los demás... Mis propias decepciones...

"Aún queda esperanza..."

Cierro los ojos y solo puedo pensar en Léa. Siento que estoy con ella, y de repente se escucha un sonido extraño. Allí está, una sombra que no deja de atormentarme, Sylar.

"No puedes huir de tu destino, eres un asesino, y lo serás..."
-¡Claro que no!- grito enfurecido aventando la botella de cerveza.

La botella impacta contra el suelo y sin darme cuenta hago un intento por tomarla, extendiendo la mano apenas unos milímetros. Pero algo extraño sucede. La botella se rearma a sí misma y luego regresa a mi mano, "recorriendo" el mismo camino que la llevó al suelo, solo que en sentido contrario.

-Esto... es genial- pienso en voz alta.

Asombrado de mi mismo decido regresar al hotel. Dejo la botella, aún con un resto, en el banco y me teletransporto a la entrada del hotel. Al llegar allí me encuentro con Léa.

-¿Me estabas esperando aún?...- le digo sonriendo

Mientras tanto en su habitación Martin ya está durmiendo tranquilamente.

Léa se encontraba jugueteando distraídamente con la manga de su camiseta cuando, de la nada, escucha la voz de David. Como si hubiese aparecido por arte de magia. “O de habilidad” pensó.

- Si. – Respondió con una sonrisa. – Es que como no sabes que habitación es la tuya, pensé en esperar... – Dijo, procurando imprimir inocencia en sus palabras. - ¿Te molesta? – Ladeó la cabeza, mirándole con los ojos muy abiertos.

Miro la sonriente cara de Léa y sonrío a la vez.

-Claro que no me molesta, de hecho muchas gracias...- digo mientras me quedo mirándola como atontado -Bueno... ¿me dices cuál es mi habitación entonces?- le digo riendo un poco mientras comienzo a caminar junto con ella subiendo por las escaleras hasta llegar a un pasillo con varias puertas -Tú tienes la llave...-

Caminó hacia una de las habitaciones a la izquierda del pasillo, con un gran “19” dorado en la puerta de la misma. Metió la llave en la cerradura y abrió la puerta, girando para sonreír nuevamente a David.

- Esta es tu habitación. – Dijo divertida, haciendo una pequeña reverencia para darle a entender que podía pasar. Luego dudó un instante, mordiéndose levemente el labio. – Quizás pueda parecer raro, pero... ¿crees que me podría quedar aquí un rato? – Alzó los ojos hacia él, dirigiéndole la más inocente de las miradas de su repertorio.

No puedo evitar reír un poco ante la reverencia de Léa. Entro a la habitación y dejo la bolsa de las compras sobre una pequeña mesa que hay sobre una pared. Luego escucho lo que dice Léa.

-... Claro... No hay problema, pasa...- le respondo tranquilamente.

Me acerco al refrigerador y veo que hay dentro.

-¿Quieres tomar algo Léa? Hay agua, refresco, cerveza...- le digo mientras la veo caminar lentamente por la habitación.

Una vez dentro de la habitación la sonrisa de sus labios desapareció y sus ojos se fijaron en los de David.

- Quiero... necesito... – Murmuró acercándose, mirándolo casi sin pestañear. - ...necesito... – Repitió cuando ya menos de un metro los separaba, estirando las manos hacia él. Cerró los puños sobre su camiseta, tirando de él hacia abajo para que quedara más o menos a su altura. – Quiero... – susurró casi sobre sus labios.

Veo como Léa se viene encima mío y comienza a besarme. No me resisto y tan solo me dejo llevar por ella. La abrazo y continúo besándola. Todas las cosas que estaban pasando por mi cabeza desaparecen.

-Léa...- le digo dejando de besarla por un segundo.

Los impulsos son más fuertes que mi mismo. Me dejo llevar por el momento, me dejo llevar por la situación. Tan solo me olvido de todo.

Era fácil, era tan fácil...

No solo había resultado absurdamente sencillo poner a David justo donde lo necesitaba, sino que además era asombrosamente fácil dejarse llevar. Era ridículamente simple dejar que su piel intentara fundirse más y más, como si de esa manera el imperceptible escalofrió producido por la habilidad de él se convirtiera en un escalofrío a toda regla. Como si de esa manera fuera a conseguir pronto sentir su habilidad allí, latente bajo la piel.

Sin separarse de él un segundo, se las arregló para encontrar el camino a la cama.

[Escena omitida por bajo presupuesto, imagínesela. Gracias ^^]

Al día siguiente (xDDD)...

Puedo sentir como algunos rayos de sol se cuelan por entre las rendijas de la ventana para darme justo en la cara. Abro los ojos, ya es otro día. Veo como Léa descanza al lado mío. Me levanto de la cama y estiro los brazos desperezándome, a la vezque doy un gran bostezo. Observo a Léa dormir por un momento y sonrío.

"Es tan tierna..."

No puedo creer lo que había sucedido. Parece mentira en realidad. Sigo mirándola, observando su bello cuerpo, algo cubierto por la sábanas. Soltando un pequeño suspiro camino hacia el baño. Por alguna razón me siento diferente desde que abrí los ojos. Entro al baño y abro los grifos de la ducha. Siento el agua caer por mi cuerpo. Es algo tan relajante. De pronto noto algo inusual, por algún motivo creo ver mi piel un tanto oscurecida. También siento que la forma de mi cuerpo ha cambiado un poco. Me siento más bajo.

"¿Será posible qué?..."

Una vez terminado el baño, me envuelvo con una toalla. Me paro en frente del espejo y veo algo muy raro. Tengo nuevamente mi antigua apariencia, mi verdadera apariencia. Algo asustado busco mi ropa y me visto más rápido que puedo. Salgo de la habitación tratando de no hacer mucho ruido ya que Léa aún está durmiendo.

"Tengo que encontrar a Martin..."

Corro hasta la recepción. Una vez que llego le digo a la recepcionista que necesito saber cual es la habitación de Martin Cole. La mujer me atiende de mala gana, dada mi falta de modales ante la desesperación del momento.

-Habitación 17- me responde.
-Gracias...- es lo único que llego a decirle al salir corriendo de allí.

Llego a la habitación de Martin y golpeo la puerta. Los instantes que demora en abrir la puerta me parecen largos minutos. Veo que me saluda con un Buenos días, o algo así pero no le presto nada de atención y entro directamente.

-¿Qué me pasó?...- le digo nervioso.
-El cambio de apariencia... Es así, dura unas horas... Yo ya me cambié la apariencia al despertarme...-
-¿Y por qué no me lo dijiste antes?...-

Martin me mira algo confundido. De hecho, qué podría importarme en realidad el haber cambiado de apariencia. Mientras nadie me viera no pasaría nada.

-Oye... No te lo dije porque pensé que no te importaría...- hace una pausa -Además... ¿Por qué te molesta tanto?...-
-Es... es por Léa...-
-Ya entiendo...- dice con la voz algo baja.

Veo como Martin da media vuelta, con un gesto apenado en el rostro, entristecido. No logro comprender su extraño comportamiento hasta que luego una idea comienza a forjarse en mi mente. No es la primera vez que Martin actúa así, también lo hizo cuando estábamos con Léa y Uriel en la calle. Es evidente que está celoso, celoso de que yo esté con ella. Es realmente gracioso el ver como él está celoso de que sea yo quien... ¿está con Léa?

"Está celoso..." pienso riendo para mi mismo -¿Y vas a regresarme mi otra apariencia o no?-

Abrió los ojos levemente, volviendo a cerrarlos con rapidez mientras fruncía el ceño y giraba sobre si misma, tratando de huir de los rayos de sol que entraban a raudales por la ventana. Bostezó, pasándose una mano por el cabello y mirando alrededor, desorientada. Esa era... ¿La habitación de David? ¿Ella había dormido allí? Si, lo recordaba. Recordaba además que ellos habían...

Abrió los ojos completamente, despertando totalmente. Solo entonces notó que él no estaba en la habitación, pero no presto atención a este hecho. ¿Sería posible qué...?

Recordó aquella vez que huyendo de la compañía tomó una habilidad similar a la de David... cerró los ojos, tratando de concentrarse. Nada, no pasó nada. Frunció el ceño, frustrada.

- Maldición, ¿que se supone que tengo que hacer? – Bufó, enterrando la cara en la almohada.

Martin responde la pregunta que le hice simplemente colocando sus manos en mi cara. Poco a poco comienza a "moldear" nuevamente la apariencia con la que había conocido a Léa. Luego que quita sus manos siento nuevamente aquella sensación de que algo me recorre la garganta, propia del cambio de las cuerdas vocales. Luego el algo doloroso "crecimiento", el cambio de estatura. Dejo escapar un leve quejido. Me miro al espejo y veo que soy yo otra vez, o mejor dicho que soy mi nuevo yo.

-Gracias Martin, ahora voy a volver tranquilo a la habitación, espero que Léa no haya despertado, pensaba darle una sorpresa... Nos vemos...-

El tipo ni se despide de mi, aunque yo apenas le presto atención porque mi cabeza esta en otra parte. Salgo de la habitación, e inmediatamente me dirijo a mi habitación nuevamente. Abro la puerta procurando no hacer mucho ruido y me acerco a Léa lentamente.

-Buenos días dormilona...- le digo con un tono infantil al oido -Es hora de levantarse...-

Giró un poco la cabeza, topándose con David muy cerca de ella. Sonrió, procurando ocultar su frustración. Si no podía tomar su habilidad tocándolo, ¿entonces como?

- Hola. – Dijo con suavidad, desperezándose. ¿Qué estaba mal? ¿Qué era diferente en él? No podía evitar pensar en ello.

Sonrío al ver su rostro. Su bello cuerpo se encuentra apenas cubierto sobre la cama. La miro a los ojos y luego tomo una de sus manos.

-Quiero que cierres los ojos, tengo una sorpresa...- le digo susurrando al oído nuevamente.

Una vez que cierra sus ojos yo cierro los míos deteniendo el tiempo. Luego me desvanzco en el aire. Tiempo después regreso con una enorme bandeja con un tremendo desayuno, especialmente para ella. Gracias a mi poder, semejante acto no iba a durar mas que unas milésimas de segundo. Descongelo el tiempo.

-Abre los ojos, aquí está tu sorpresa...-

Sonrió perezosamente al ver la sorpresa de David. Ayudándose con una mano, mientras con la otra sostenía la sábana contra su pecho, se sentó en la cama con la sonrisa pintada en los labios. Estiró una mano, apretandola contra la mejilla de David mientras se inclinaba hacia delante y le besaba la comisura del labio. Luego, volviendo a su antigua posición, cogió una tostada y le dio una pequeña mordida.

- Realmente impresionante, muchas gracias. -