El primer día del resto de mi vida
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El primer día del resto de mi vida
Piii, piii, piii, piii, crash. Lo había vuelto a hacer, otro despertador al cementerio de los despertadores y ya iban... tres. La luz del amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación iluminando en gran medida la desordenada habitación, sin embargo a Alexander le iba a costar otros 15 minutos levantarse. Demasiada cerveza ayer por la noche mientras veía junto a su compañero de piso y trabajo Sam las elecciones del Draft de la NBA. Cuando reunió la fuerza suficiente para vencer a la flojera se levantó de la cama con un único pensamiento en mente: café.
Con ese objetivo en mente salió de su habitación y se fue directo a la cocina que ocupaba una esquina del salón. En el sofa estaba Sam, el tipico negro que más que persona parecía un armario ropero de dos puertas. Era curioso como habían acabado dos tipos tan diferentes conviviendo en el mismo piso. Un sonido salió de la boca de Alex, algo que pretendía ser un saludo. Cogió una de las pocas tazas limpias que quedaban y se sirvió café del que había hecho Sam. Las primeras palabras que salieron de su boca fueron:
- Te toca fregar capullo, no se como lo haces para librarte siempre pero esta vez no te libras.
La cafeina corriendo por sus venas obró el milagro y Alex empezó a despertarse realmente. Visita al cuarto de baño, algo de ropa limpia de la habitación que le llevó su tiempo buscar y voilá, ya estaba listo para ir al trabajo. Un viejo pantalón vaquero y una camiseta de tirantas era su uniforme de trabajo, aparte del mono que le esperaba en el taller. Esperó pacientemente tirado en el sofa a que Sam terminara de arreglarse y juntos salieron hacia el taller de coches.
Iban andando pues apenas estaba a diez minutos andando, ese era el principal motivo de que siguieran en ese apartamento que se caía a pedacitos. Alex perdido en sus pensamientos como cada mañana caminaba en silencio al lado del mastodontico negro. Sobra decir que para variar llegaron con sus cinco minutos de rigor de retraso. Alex se puso el mono y unos auriculares conectados a su mp3 y empezó con le primer trabajo del día, un Camaro con un fallo del sistema de carburación. Abrió el capo al tiempo que en sus oidos resonaban unos versos del mítico Tupac.
Con ese objetivo en mente salió de su habitación y se fue directo a la cocina que ocupaba una esquina del salón. En el sofa estaba Sam, el tipico negro que más que persona parecía un armario ropero de dos puertas. Era curioso como habían acabado dos tipos tan diferentes conviviendo en el mismo piso. Un sonido salió de la boca de Alex, algo que pretendía ser un saludo. Cogió una de las pocas tazas limpias que quedaban y se sirvió café del que había hecho Sam. Las primeras palabras que salieron de su boca fueron:
- Te toca fregar capullo, no se como lo haces para librarte siempre pero esta vez no te libras.
La cafeina corriendo por sus venas obró el milagro y Alex empezó a despertarse realmente. Visita al cuarto de baño, algo de ropa limpia de la habitación que le llevó su tiempo buscar y voilá, ya estaba listo para ir al trabajo. Un viejo pantalón vaquero y una camiseta de tirantas era su uniforme de trabajo, aparte del mono que le esperaba en el taller. Esperó pacientemente tirado en el sofa a que Sam terminara de arreglarse y juntos salieron hacia el taller de coches.
Iban andando pues apenas estaba a diez minutos andando, ese era el principal motivo de que siguieran en ese apartamento que se caía a pedacitos. Alex perdido en sus pensamientos como cada mañana caminaba en silencio al lado del mastodontico negro. Sobra decir que para variar llegaron con sus cinco minutos de rigor de retraso. Alex se puso el mono y unos auriculares conectados a su mp3 y empezó con le primer trabajo del día, un Camaro con un fallo del sistema de carburación. Abrió el capo al tiempo que en sus oidos resonaban unos versos del mítico Tupac.
Alexander Steel- Novatillo
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Fecha de inscripción : 25/06/2009
Re: El primer día del resto de mi vida
La rutina es esa cosa tonta que hacemos habitualmente sin saber por qué y acaso sin razón alguna. Se diferencia del trabajo bien hecho y a conciencia, aunque se repita todos los días en términos semejantes. Sería difícil decidir si afortunada o desgraciadamente, algo iba a impedir que Alexander cayera en ella.
Parecía una mañana normal, casi habitual, mientras arreglaba el vehículo y escuchaba música, cuando algo ocurrió.
Los gritos comenzaron a llenar el establecimiento, parcialmente oculto por lo acordes de la melodía que transmitía el reproductor musical, pero no por ellos silenciados.
Al fondo, cerca de donde se encontraban las oficinas donde se daba recepción a los clientes y donde se llevaban las cuentas, se había iniciado un colosal incendio, que se extendía rápidamente, y que si llegaba a los coches o a los depósitos de gasolina, sería terrible.
Los trabajadores huían para salvar su vida, sin importar aquello que dejaran atrás. El pánico se extendía por sus venas, imbatible.
Alex, sin embargo, pudo captar algo que no habían visto los demás, menos distraidos que el, y por tanto, más propensos al terror.
Una figura, claramente femenina, de armoniosas curvas, pero de la cual no se podían distinguir los rasgos ya que estaba de espaldas, salía del establecimiento por la puerta trasera, con increible tranquilidad.
Alzó el brazo unos segundos, arrojando un pequeño objeto hacia atrás antes de desaparecer.
Era un mechero.
Parecía una mañana normal, casi habitual, mientras arreglaba el vehículo y escuchaba música, cuando algo ocurrió.
Los gritos comenzaron a llenar el establecimiento, parcialmente oculto por lo acordes de la melodía que transmitía el reproductor musical, pero no por ellos silenciados.
Al fondo, cerca de donde se encontraban las oficinas donde se daba recepción a los clientes y donde se llevaban las cuentas, se había iniciado un colosal incendio, que se extendía rápidamente, y que si llegaba a los coches o a los depósitos de gasolina, sería terrible.
Los trabajadores huían para salvar su vida, sin importar aquello que dejaran atrás. El pánico se extendía por sus venas, imbatible.
Alex, sin embargo, pudo captar algo que no habían visto los demás, menos distraidos que el, y por tanto, más propensos al terror.
Una figura, claramente femenina, de armoniosas curvas, pero de la cual no se podían distinguir los rasgos ya que estaba de espaldas, salía del establecimiento por la puerta trasera, con increible tranquilidad.
Alzó el brazo unos segundos, arrojando un pequeño objeto hacia atrás antes de desaparecer.
Era un mechero.
Luna- posteador empedernido
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Edad : 32
Localización : En mi casa =P
Fecha de inscripción : 04/11/2008
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(4/4)
Re: El primer día del resto de mi vida
Alexander ajeno a los acontecimientos que se avecinaban, trabajaba absorto al fondo del taller, en su puesto habitual. Llave inglesa en mano se afanaba por desenrroscar una tuerca mas "rebelde" de lo habitual al tiempo que tarareaba la melodia de sus auriculares. Sus ojos no se levantaban de aquel conjunto de piezas sin sentido para el resto de los mortales, como si al apartar la vista todo aquello desapareciera. Entonces fue cuando las cosas empezaron a torcerse.
Los primero que Alex notó fue un olor a quemado. En otro lugar, habría sido un indicador sospechoso de que algo malo pasaba, pero en un taller... simplemente sería un motor que había reventado. Arrugó la nariz y siguió a lo suyo sin levantar la vista. El siguiente aviso fueron unos gritos que pudo escuchar por debajo del tema que sonaba y desde luego eso ya no era a ninguna vista normal. Alexander estaba ubicado al fondo del taller, de tal modo que al levantar la cabeza vió una visión panorámica de la situación. Sus compañeros corriendo hacia la salida, musica y el olor a quemado. Su mente aún sumida en el más absoluto de los automatismos aun no era capaz de relacionar esos tres conceptos.
Desorientado giró la cabeza hacia donde el capullo de su jefe debería estar atendiendo a los clientes o con el papeleo, pero allí solo había llamas devorándolo todo a su pasó. Por fin su cabeza sumó dos mas dos, aquel incendio junto con la gasolina provocarían una explosión de película. Sus piernas se empezaron a poner en movimiento por instinto, había que salir de allí cuanto antes. La salida principal quedaba más lejos que la de atrás, de uso exclusivo de empleados. Aunque nunca la utilizaban porque daba al callejón de atrás, en ese momento era su vía de escape más rapida.
Debido a esa decisión de salir por ahí y a que su mente aun no había dejado que el pánico se filtrara fue capaz de ver a una mujer saliendo por allí justo en el momento en el que tiraba un mechero plateado. "Esta buena la tipa" fue el primer pensamiento de Alex, "joder no es el momento retrasado, ¡corre afuera!" se recriminó a si mismo en una fracción de segundo.
Al correr hacia esa salida notó como la temperatura aumentaba bastante y el humo negro hizo que los ojos le empezaran a llorar. Como buenamente pudo llegó a la puerta y la abrió a toda prisa. Fue salir y tomar una bocanada de aire puro.
Buscó con la mirada a la misteriosa mujer pirómana, tenía que encontrarla... ella seguramente fuera la causante pues aparte del mechero la había visto demasiado tranquila para una situación así. Alex se dió cuenta de que su mp3 se le había caído en su carrera, sin embargo, la llave inglesa seguía en su mano...
Los primero que Alex notó fue un olor a quemado. En otro lugar, habría sido un indicador sospechoso de que algo malo pasaba, pero en un taller... simplemente sería un motor que había reventado. Arrugó la nariz y siguió a lo suyo sin levantar la vista. El siguiente aviso fueron unos gritos que pudo escuchar por debajo del tema que sonaba y desde luego eso ya no era a ninguna vista normal. Alexander estaba ubicado al fondo del taller, de tal modo que al levantar la cabeza vió una visión panorámica de la situación. Sus compañeros corriendo hacia la salida, musica y el olor a quemado. Su mente aún sumida en el más absoluto de los automatismos aun no era capaz de relacionar esos tres conceptos.
Desorientado giró la cabeza hacia donde el capullo de su jefe debería estar atendiendo a los clientes o con el papeleo, pero allí solo había llamas devorándolo todo a su pasó. Por fin su cabeza sumó dos mas dos, aquel incendio junto con la gasolina provocarían una explosión de película. Sus piernas se empezaron a poner en movimiento por instinto, había que salir de allí cuanto antes. La salida principal quedaba más lejos que la de atrás, de uso exclusivo de empleados. Aunque nunca la utilizaban porque daba al callejón de atrás, en ese momento era su vía de escape más rapida.
Debido a esa decisión de salir por ahí y a que su mente aun no había dejado que el pánico se filtrara fue capaz de ver a una mujer saliendo por allí justo en el momento en el que tiraba un mechero plateado. "Esta buena la tipa" fue el primer pensamiento de Alex, "joder no es el momento retrasado, ¡corre afuera!" se recriminó a si mismo en una fracción de segundo.
Al correr hacia esa salida notó como la temperatura aumentaba bastante y el humo negro hizo que los ojos le empezaran a llorar. Como buenamente pudo llegó a la puerta y la abrió a toda prisa. Fue salir y tomar una bocanada de aire puro.
Buscó con la mirada a la misteriosa mujer pirómana, tenía que encontrarla... ella seguramente fuera la causante pues aparte del mechero la había visto demasiado tranquila para una situación así. Alex se dió cuenta de que su mp3 se le había caído en su carrera, sin embargo, la llave inglesa seguía en su mano...
Alexander Steel- Novatillo
- Cantidad de envíos : 8
Fecha de inscripción : 25/06/2009
Re: El primer día del resto de mi vida
Pero a pesar de la rapidez del joven, no había rastro de aquella misteriosa mujer por ninguna parte. ¿Cómo podría haber desaparecido tan rapidamente?
Las sirenas que anunciaban la llegada de los bomberos rompieron los pensamientos de Alex, que notó que seguía demasiado cerca del incencio. Al otro lado del edificio en llamas se oían aún los gritos y las voces de sus compañeros del trabajo, y los primeros sonidos de las mangueras regando el taller.
En unos 40 minutos, todo estaba arreglado, y ya era medio día.
Las sirenas que anunciaban la llegada de los bomberos rompieron los pensamientos de Alex, que notó que seguía demasiado cerca del incencio. Al otro lado del edificio en llamas se oían aún los gritos y las voces de sus compañeros del trabajo, y los primeros sonidos de las mangueras regando el taller.
En unos 40 minutos, todo estaba arreglado, y ya era medio día.
Luna- posteador empedernido
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Edad : 32
Localización : En mi casa =P
Fecha de inscripción : 04/11/2008
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