Apartamento de Ali [Los Ángeles (California)]

Ali llegó agotada tras su jornada laboral. Estaba bastante mal humorada porque una vez más discutió con un cliente: le repitió el menú del día como ochenta veces y aun así él quería sus gambas a la plancha, un plato que no preparaban en la cocina. Encima el cliente, tuvo la cara de pedir una hoja de reclamaciones y se tuvo que comer el marrón.

La han dado un ultimátum: o cambia con su manera de tratar a los clientes o la echan del trabajo. La morena de ojos oscuros ya estaba acostumbrada a ese tipo de amenazas y ya casi se hacía tan normal como respirar.

Ali se dirigió al sofá y se tumbo ocupándolo entero, agarró el mando de la televisión y encendió las noticias.

(A ver que ha pasado en este mundo de locos...)

Según las informaciones que nos van llegando por medio de nuestros corresponsables en Asia, el tifón ha arrasado toda la costa mient...

La señal empezó a cortarse, mientras las interferecias arruinaban el sonido, haciendo que fuera incapaz de acabar de verse las noticias.
¿Le habría ocurrido algo a la instalación eléctrica?

De repente una piedra atravesó el cristal del salón, en la que ponían expresiones soeces pintadas con tiza, y pocos segundos después, unas risas infantiles y unos pasos resurados que se perdían por la calle.

Ali salió de su ensimismamiento cuando una piedra atravesó el salón rompiendo el cristal. Se levantó sobreseltada y se dirigió rápidamente por la ventana y con el entrecejo fruncido.

- ¡¡CABRONES!! ¡PUTOS NIÑATOS! ¡QUEDAOS AHÍ! - Vociferó desde su posición. - ¡CRÍOS DE MIERDA!

Alison cogió las llaves del apartamento y salió corriendo a por ellos....

Los niños, que no deberían superar los doce años, corrían riéndose cruelmente. Sin embargo uno de ellos se resbaló y calló al suelo.

- HEY!! ESPERADME!! -vociferó mientras intentaba levantarse. Pero la mujer ya s ele había echado encima y sus compañeros le habían abandonado.

Miró a la mujer algo asustado. Su rostro, de rasgos ingleses, era dulce, a la vez que misterioso, pues tenía un ojo marrón y otro azul, y el pelo bien engominado, peinado a modo de cresta.

- Yo.. y-yoo... -empezó a tartamudear.

Ali esbozó una sonrisa maquiavélica cuando agarró al muchacho de la oreja. Fue caminando con un paso ligero hasta al apartamento con la curiosa mirada de algún que otro ciudadano. Ali les devolvía la mirada y simplemente se excusaba diciendo un "soy su hermana mayor y se quería escapar sin hacer las tareas del hogar" añadiendo una sonrisa tierna y dulce.

Al llegar al apartamento, Ali tomó otra vez una posición severa y le señaló los cristales.

- Ahora no te marcharás de mi apartamento hasta que recojas TODOS los cristales... - Ordenó con cierta amenaza en el tono de voz. - Y créeme que los recogerás. -

Cuando llegaron al apartamento el niño se frotó la oreja dolorida, mientras farfullaba una sarta de palabras sin sentido.

- Oye... todo esto no es mi culpa, debes creerme, yo sólo iba a mirar, no pensaba que fueras una bruja como dicen el resto..- de repente sus ojos se abrieron desmesuradamente, mientras recordaba algo y se acercó rápidamente a los cristales.- ¿¿Es verdad que haces hechizos?? -preguntó con voz infantil.

La chica arqueó la ceja tras escuchar las palabras del niño y una sonrisa se dibujó en sus labios.

- Sí, soy una malvada bruja. Te he traído a mi casa para que después de limpiarla, engordes y finalmente engullirte. - Dijo con cierta sorna. - ¿Te parece bien, no? Pero antes te enseñaré donde tengo mi escoba mágica y mis pócimas malditas... -

Ali se metió en la cocina y saco una escoba, un recogedor y una bolsa. Los dejó al lado del chaval y le guiñó el ojo.

- Toma, recógelo con esto no vaya a ser que te cortes... - Añadió. -

Nunca se puede jugar con los pensamientos de un niño, y mucho menos si este cree en la magia por encima de todo, y no es capaz de difreciar un sarcasmo de una afirmación amistosa.

- Entonces ¡¡es cierto!!- dijo sonriendo alegremente.

Despreció los objetos que había traido con un gesto de la mano y la sonrió de nuevo, con los ojos brillantes.

- Es un secreto pero yo también se hacer magia y hechizos, aunque no digo cosas como abra cadabara y esos rollos infantiles...-dijo mientras su sonrisa aumentaba de tamaño.

De pronto se situó al lado de la chica, y levantó una mano, extendiendo los dedos.

Y como había dicho, casi por arte de magia, los cristales de elevaron en el airé, tomando formas como perros, caras sonrientes, soles...
El niño empezó a reir, como si fuera lo más normal del mundo, mientras seguía variando la forma que hacían los cristales.

Ali fingió una sorpresa como si eso de ver levitar objetos le fascinara. Apoyó la palma de la mano sobre la cabeza del niño y movió los dedos de un lado a otro despeinándole un poco su cresta.

- Lo mio simplemente era una broma, pero por lo visto tu sabes hacer trucos de magia... - Dijo aún fingiendo sorpresa y mintiendo sobre la broma. - Está bien guardaré TU secreto y no se lo diré a nadie pero termina con los cristales y vete a tu casa... -

La chica acercó los labios a la frente del chaval y le plantó un beso en esa zona como muestra de confianza.

- ¡¡Genial!! -chilló el niño, mientras hacía que todos los cristales levitaran hasta la bolsa, y esta se cerrara sola. ¡¡Es una promesa!!

Sonrió de nuevo a la chica y salió corriendo por la puerta como una exhalacón.

La chica de cabellos oscuros tomó aire profundamente y lo soltó en un gran suspiro cuando el chaval se fue por la puerta.

- Está loco... - Dijo para sí misma... - Y ahora a arreglar la ventana... Buah que la den, si dentro de poco me iré a Madrid a terminar los estudios de Biología. -

Ali cogió la cartera con un par de dolares y sus tarjetas de crédito e identidad. También cogió las llaves y se marchó del apartamento...